Voy a empezar diciendo que este post no tiene la intención
de ofender a nadie, sino quiero expresar mi opinión sobre algo que no me parece
correcto.
¿Todo Twitter sabe que eres bisexual/gay/lesbiana/ excepto
tus padres?
No suelo escribir mucho sobre sexualidad, porque como en
casi todo, sé poca teoría, pero hay algo que me llama la atención, se podría
decir que me inquieta incluso, y es el hecho de que la gente pueda hablar
abiertamente de su sexualidad por distintas redes sociales con “amigos” o desconocidos,
aún cuando no pueden hablar abiertamente sobre su sexualidad con sus padres o
personas más cercanas que le rodean.
Profundizo: Sí, salir del armario es muy difícil, sí, es
algo importante, sí, tampoco es para tanto. Aquí se presenta una contradicción,
porque poder decir abiertamente cómo te defines sexualmente (al menos para la
gente que lo tenga claro, no hablo para heterocuriosos, homocuriosos o los “no
me gustan las etiquetas”, si es que eso existe, sino a la gente que tiene claro
que es gay o lesbiana o bisexual) a la gente con quien vives o a la que tienes
amor es algo muy, pero muy importante. Y no por ellos, sino por uno mismo. Tú,
yo, ella, él. ¿A alguien le gusta vivir mintiendo? ¿A alguien no le incomodan
ciertos temas cuando se hablan en un grupo? ¿Cuántas veces te has tenido que
morder la lengua cuando se trataban algunas cuestiones determinadas?
Mi opinión es, que como individuos que coexisten con otros,
tenemos que estar en la mayor medida posible cómodos, a gusto, tranquilos y en
paz con nosotros mismos. No reprimidos, callados, en la oscuridad, agachando la
cabeza o evitando el tema. Y no penséis que me refiero a llevar puesto un
cartel en el que ponga “Soy bollera” ni ir gritándolo por la calle. Sería
extremadamente raro si un heterosexual tuviera que avisar que es “Hetero” a
cada persona que conoce; lo mismo sucede con otras identidades sexuales. A lo
que yo quiero llegar es, que tenemos que ser capaces de decir a nuestros seres
queridos (padres, amigos, tíos, primos…) lo que somos, aclararlo, poder
respirar tranquilos, quitarse un peso encima… porque es algo muy sano y
recomendable, sobre todo por el pequeño legado que deposita cada persona que lo
hace en la sociedad.
Ahora bien, remitiéndome a mis palabras anteriores, ¿por qué
no eres capaz de decírselo a tu madre pero sí a medio mundo virtual? Es lo que
no me entra en la cabeza, el poder compartir algo tan personal como eso, sin
antes tener controlados tus propios demonios en casa, en el instituto, en tu
propia parcela.
La primera respuesta que me viene a la mente es, “Lo hago
porque ellos no me juzgarán” “Son desconocidos, qué más les da” “Tengo miedo de
las consecuencias” “Mi familia o amigos no lo entenderían y necesito
desahogarme de alguna manera”. Enhorabuena al que eso le funcione, que lo siga
poniendo en práctica y quizá en unos 20 años podrá mirar a la cara a alguien y
será honesto. Yo creo que produce todo el efecto contrario, estar
constantemente, o ya no constantemente sino cada cierto tiempo, repitiendo algo
que ansiamos contar a las personas a la cara mediante una pantalla de ordenador
el móvil a desconocidos o amigos de internet, endurece más el alma, te deja con
un desasosiego interno una vez dejas las redes y te enfrentas a la realidad, te
come por dentro y te hace preguntarte si estás haciendo bien, deseas poder
contarlo pero te autoreprimes una vez experimentas el “sueño de ser tú mismo”
por unos malditos tweets que serán olvidados.
Sinceramente creo que la gente que usa esta arma de doble
filo está pisoteando décadas de lucha y se engañan a sí mismo de la peor manera
posible, acabas creyendo que eres tú, cuando en realidad solo eres palabras.
Espero que la gente que se encuentre en esta situación
encuentre el coraje, que no es fácil, para
no vivir un espejismo y seguir adelante, pase lo que pase después.
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