Como todos necesitamos, de alguna manera,
encasillarnos (a pesar de que el que diga que no también lo está), podría decir
que siempre he sido de letras. Las matemáticas nunca han sido lo mío y los
números tampoco, excepto cuando se habla de dinero que ahí siempre estoy
atento.

A mi edad los números a los que doy bastante
importancia son las notas de clase y exámenes, SÍ, a pesar de que estudie el día
antes, siempre hay presión; la hora en la que cojo el autobús o el tren; la
hora a la que me levanto, a la que me acuesto… está todo tan pervertido y
marcado.
Los números, incluso, hacen que conozcas a la gente…
el otro día estaba pensando en cuánta gente no hubiese conocido si, por
ejemplo, mis mejores amigos no hubiesen nacido el mismo año que yo (o cercano a
él, por cosas de repetir de curso y más), con cuánta gente no nos hubiésemos
cruzado si a alguien no le hubiese dado la nota de corte en selectividad para
la carrera o grado que quería… cuán diferente sería todo, cuántas cosas dejaría
de sentir si no fuera por unas cuantas décimas.
Y ya sea por unas décimas o por un millón de
números, nunca dejaré de sorprenderme del impacto de esos números.
Mismamente, ayer, Ahora Madrid conseguía 20 escaños,
oponiéndose a los carcas del PP y a Esperanza Aguirre (que conseguía 1 más),
que con toda su cara mantenía que habían ganado. Remitiéndome a lo anterior,
los números son impactantes porque en este caso 20 valen más que 21 de tantas
formas imaginables…
Los números son perder y ganar, los números
significan aceptar derrotas y celebrar victorias, pero como he dicho antes, soy
de letras, y por eso los números todavía pueden llegar a ser confusos para mí.
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